Así que, querido Teide, después de cuatro años de tu ausencia, sigue lloviendo en primavera y yo acudo a mi cita contigo para recordarte, porque te tengo una piedra guardada, porque cuando veo un solar recorro con la mirada lo que fuiste y lo que me hiciste sentir, si te dediqué gran parte de mi tiempo, no fue, sino para que me hicieras feliz de la forma más sencilla y simple, de gozar de tu compañía, de mirarte y de sentirnos unidos los dos en la calle tan solo con una pelotita y un cigarrito sentados en un bordillo sin necesidad de nada más.
Un placer pasar a leerte,
ResponderEliminarque tengas un feliz fin de semana.
un abrazo.