Pues bien, todo surgió viendo un vídeo acerca de los gansos, la naturaleza nos acerca a la sabiduría y me acordé de la película “Volando Libre” en donde unas crías de ganso sin su madre, abren los ojos al mundo y lo primero que ven es una niña a quien tomarán como madre y la lucha de ésta por enseñarles a volar como si se tratara de su madre natural.
Nada más lejos de la acepción que hemos admitido para definir lo ganso, después de ver lo inteligentes, nobles, dispuestos y fraternales que son estos animales.
Los gansos vuelan en V dirigidos por el más fuerte en ese momento, el batir de las alas provoca un impulso en el ganso posterior ayudándole al vuelo, de forma que cuando un ganso se sale de la formación el aire le entorpece el vuelo comprendiendo así que el trabajo en equipo es más efectivo.
Graznan a la vez como queriendo animar al que dirige y se van turnando en esta tarea.
Cuando un ganso cae enfermo o malherido, dos de sus compañeros se salen de la formación y le siguen para ayudarle y protegerle. Le acompañan hasta su recuperación o muerte, solo entonces regresan a la bandada.
Pero el vuelo de los gansos me recuerda a los ciclistas en el pelotón, a los coches de fórmula, a los maratones… se corre a rebufo para optimizar fuerzas.
Es el comportamiento humano un espejo de la naturaleza? Si no lo es, debiéramos aprender de ella.
Un buen ejemplo de cómo conseguir fines en equipo, con técnicas basadas en el apoyo al que dirige y al más débil pero con el esfuerzo de toda la colectividad. Volar solo, no nos lleva más que a engrandecer nuestro ego y, tanto en el mundo personal como en las empresas, somos más sabios cuanto más ofrecemos a los demás porque del mismo modo recibimos.
Señores, hagamos el “ganso”
El regalito musical de hoy
